Han pasado tres semanas después de retirada la reforma tributaria y renunciado el ministro de Hacienda. En las marchas se pide acceso a la salud, educación gratuita y de calidad, empleo, y hasta renta básica; pero en un país como el nuestro que sigue luchando contra la pobreza, a pesar de haberla disminuido radicalmente en los últimos años, son peticiones imposibles máxime si no se pueden recaudar los impuestos que puedan financiar todas estas necesidades sociales.

Se necesitaba una reforma tributaria estructural. La que presentó el gobierno era progresiva y proponía que las personas con mayores ingresos pagaran más impuestos y se eliminaran las exenciones, que, por una u otra razón conservaban muchos sectores económicos; algunos dirigentes dijeron que no era el momento político y tal vez no se equivocaban. El país político es oportunista, solo se ve preocupado a Petro, quien sabe que en las urnas le van a cobrar un paro que ayudó a incendiar, pero no controla.

A veces no es claro el motivo por el que algunos marchan o por el que destruyen todo a su paso, cuando el país apenas busca recuperarse de los devastadores efectos de la pandemia. Tal vez es la retórica política que ha calado entre la juventud que quiere más oportunidades y no tiene por qué recordar que antes había menos, o que quizás está perdiendo la esperanza de hacer sus sueños realidad. El gobierno, en últimas, no se conecta con sus necesidades y eso hace que la gente no se siente representada por él.

Este es un gobierno juicioso pero que cree que por privilegiar lo técnicamente correcto no se equivoca y así como se ha equivocado con los jóvenes, se ha equivocado con sus electores, particularmente con Antioquia que desequilibró la balanza y fue clave en su triunfo en 2018. Nos han dado la espalda desprotegiendo a EPM y alineándose con Daniel Quintero, me imagino, para no casar una pelea con otro alcalde de una ciudad capital.

Volviendo a la movilidad social, así se sienten nuestros jóvenes, no tienen certeza de su porvenir. Hay que capitalizar lo sucedido, es hora de trabajar por el desarrollo económico de todos, darle esperanzas a nuestra juventud y esto no se alcanza apoyando la economía extractiva en nuestros pueblos o hablando del valle del software mientras se despotrica de nuestro tejido empresarial. Es urgente aumentar el gasto público, para generar empleo, e incluir en la economía a los jóvenes que no están en las ciudades y que tienen menos acceso a la educación y a las tecnologías de la información